Basado en una historia real
- César Sierra
- 20 ene
- 4 Min. de lectura
Que la realidad supera la ficción es algo que no ha dejado de ocurrir a lo largo de la historia. En ocasiones, novelar los hechos acontecidos consiguen dotar de relevancia mayúscula a crímenes ya de por sí escalofriantes.
¿Se imaginan como se debe de sentir un escritor cuando acomete la empresa de poner negro sobre blanco hechos ciertos?.
Apuntamos algunos de los títulos más relevantes de este género. True Crime


A sangre fría
Truman Capote
El 15 de noviembre de 1959, en un pueblecito de Kansas, los cuatro miembros de la familia Clutter fueron salvajemente asesinados en su casa. Los crímenes eran, aparentemente, inmotivados, y no se encontraron claves que permitieran identificar a los asesinos. Cinco años, cuatro meses y ventinueve días más tarde, el 14 de abril de 1965, Dick Hickcock y Perry Smith fueron ahorcados como culpables de las muertes en la penitenciaría del estado de Kansas.
A partir de estos hechos, y tras realizar largas y minuciosas investigaciones con los protagonistas reales de la historia, Truman Capote dio un vuelco a su carrera de narrador y escribió A sangre fría, la novela que le consagró definitivamente como uno de los grandes de la literatura norteamericana del siglo XX. Capote sigue paso a paso la vida del pequeño pueblecito, esboza retratos de los que serían víctimas de una muerte tan espantosa como insospechada, acompaña a la policía en las pesquisas que condujeron al descubrimiento y detención de Hickcock y Smith y, sobre todo, se concentra en los dos criminales psicópatas hasta construir dos personajes perfectamente perfilados, a los que el lector llegará a conocer íntimamente.
Al yuxtaponer las vidas y el sistema de valores de los Clutter con los de los asesinos, Capote nos brinda su visión de la doblez de la vida norteamericana. A sangre fría, que fue bautizada por el mismo Capote, pionera y provocativamente como una «non fiction novel», es un libro estremecedor que, desde la fecha misma de su publicación, se convirtió en un clásico.
«La crónica resultante es una obra maestra: agonizante, terrible, obsesiva, prueba de que en estos tiempos, tan repletos de desastres, aún puede surgir la tragedia.» (Conrad Knickerbocker, The New York Times Books Review)
«Un "relato verdadero" extraordinario, escalofriantemente emocionante, increíblemente escrito.» (The New York Times)
«El mejor relato documental de un crimen americano jamás escrito... El libro hiela la sangre y ejercita la inteligencia.» (The New York Review of Books)
«El caso Clutter fue, seguramente, el primero de los numerosos crímenes horrorosos, aquellos asesinatos masivos de los años 60 que acompañaron a los asesinatos políticos... Quizá por primera vez, Capote percibió cómo una sociedad se definía a sí misma en relación a sus crímenes, a su capacidad para asesinar.» (Frederick R. Karl)
«Uno de los más brillantes escritores estadounidenses del siglo XX y un lúcido y cruel analista: una obra difícilmente superable.» (Ángel S. Harguindey, El País)
«Su obra maestra.» (Javier Valenzuela)

El adversario
Emmanuel Carrère
Un relato escalofriante, una historia real que nos sume en el estupor, que es un viaje al corazón del horror, un libro excepcional que ha sido comparado con A sangre fría de Truman Capote.
El 9 de enero de 1993, Jean-Claude Romand mató a su mujer, sus hijos, sus padres e intentó, sin éxito, darse muerte. La investigación reveló que no era médico, tal como pretendía y, cosa aún más difícil de creer, tampoco era otra cosa. Mentía desde los dieciocho años. A punto de verse descubierto, prefirió suprimir a aquellos cuya mirada no hubiera podido soportar. Fue condenado a cadena perpetua.
Yo entré en relación con él, asistí a su proceso, dice el autor. He intentado relatar con precisión, día tras día, esta vida de soledad, de impostura y de ausencia. Imaginar lo que bullía en su mente a lo largo de las horas vacías, sin proyecto ni testigos, cuando se suponía que estaba trabajando y en realidad pasaba el tiempo en parkings de autopistas o en los bosques del Jura. Comprender, en fin, lo que en una experiencia humana tan extrema me ha tocado tan de cerca y que nos afecta, creo, a cada uno de nosotros.
«Hay libros que son como electroshocks. Éste es uno de ellos. Una vez acabado el libro, uno se sumerge en una particular densidad de silencio. El sentimiento de haberse aproximado a una de las figuras del Mal... Gran, gran libro» (Jacques-Pierre Amette, Le Point).
«Un libro sobrio, inteligente, depurado, límpido» (Les lnrockuptibles).
«El adversario no es una novela. Ni un documento, ni un ensayo, ni un fragmento de autobiografía. Es un libro en el que Emmanuel Carrere ha puesto lo mejor de todos sus otros libros, como si sólo hubiera escrito hasta ahora para llegar a él... Se ha puesto en peligro. Y su libro se yergue, candente, tras esta inmersión» (Pierre Lepape, Le Monde).
«Libro magistral sobre lo falso, la ilusión y los dobles maléficos» (Jéróme Garcin, Le Nouvel Observateur).
«Un libro extraordinario; un espejo roto en el que se reflejan nuestras vidas actuales» (Marie-Laure Delorme, Lire).
«Es absolutamente imposible escapar a su fascinación» (Lucy Dallas, Times Literary Supplement).

La casa de los lamentos
Helen Garner
El 4 de septiembre de 2005, cuando se celebraba el Día del Padre, el coche que conducía Robert Farquharson, un limpiador de cristales con una vida ordinaria, se salió de la carretera y se hundió en una balsa con sus tres hijos dentro. Él logró alcanzar la orilla y salvarse; sus hijos, de diez, siete y dos años, no lo consiguieron.
El proceso judicial trató de determinar si, como creía la conmocionada sociedad australiana, Farquharson lo había hecho como venganza contra su mujer, de quien se había separado poco antes, o si, como defendía el propio Farquharson, todo había sido resultado de un trágico accidente, provocado por un desmayo al volante.
Este caso real se convirtió en una obsesión para la escritora Helen Garner, que acudió diariamente a la Corte Suprema de Victoria. En la inflamada teatralidad de los tribunales, el desfile de los testigos y las observaciones de la autora nos van aproximando hacia una verdad que, si bien se nos presenta como necesaria, al mismo tiempo se antoja insoportable. ¿Es posible que la maldad sea tan ordinaria, tan cercana, tan cruda?
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